LUCIA JOYCE Y VIOLET GIBSON
Lucia dice: Hace frío en la sala de curas.
Violet dice: Con estas manos ajadas disparé a Benito
Mussolini.
Lucia dice: Pasearé sola por los jardines del hospital.
Recordaré cómo era moverse entre las plantas libres.
Cómo era arrastrar la vida hacia el fémur. Rotación
y armonía. Desmembrada ahora.
Violet dice: Yo pude haber salvado a toda Europa.
Mujer de nariz ganchuda y ojos exiguos. Exiguo tam-
bién el gesto de las manos: compresión y ráfaga. ¿Has
tratado alguna vez de matar a un hombre?
Lucia dice: En una ocasión maté a una mujer ante
un cristal. No lo atravesó con sus piernas porque yo
la detuve. Mi madre mató a un amante enfermo. Mi
padre nos mató a todos en sus libros.
Violet dice: ¿A cuántos hombres mató Mussolini? ¿A
cuántas mujeres?
Lucia dice: Desunir recovecos. Cómo era contorsio-
narse y cómo era mirar al fondo de una roca con los
pies antes que con los ojos. Lanzar mirada estrábica,
perder la visión. Mirar con los pies la arista de un
diamante al multiplicarse, ¿hacia dónde lleva el hueco?
¿Hacia dónde camino en el diamante? ¿Son pirámides
las que avanzan?
Violet dice: Si volviera a tener un arma entre las ma-
nos… ¿No fue mi padre quien me enseñó a manejarla?
Lucia dice: Papá es un agujero. Papá agujero furioso.
Ciego. Parcheado. Padre parcheado. Papá me coge en
brazos de niña, dice mi nombre. Parcheado. Agujerea
mi nombre. Papá me mira con su único ojo fiero y me
transcribe. Aguja sobre la piel, papá perfora transcri-
biéndome. Mamá no me transcribe. Me pinza por el
muslo como un cangrejo, me extrae de sí. Vidamuer-
te equivalen. Rubor de perdida.
Violet dice: Aquel hombre de músculos rollizos
paseando sobre Roma. Aquel hombre que eran
todos y cualquier hombre. Podría ser cualquier
hombre y podría haber sido cualquier otra mano
la que apretase el gatillo pero fue su mandíbula y
fue mi mano la que disparó.
Lucia dice: Papá es una avispa. Papá vuela a lomos
de mi avispa. Panel de cota, panel de sudario. Papá,
Samuel. Quiénes fuimos una vez y hablamos alre-
dedor de una mesa. Había caldo, carne hervida y
vino casi transparente. Ajuar para la más bella rociada
de avispas. Lucia, acércate a mí con tu cintura, con
tus pies y ojos reversibles. Yo me agitaba.
Violet dice: Todo queda siempre en un intento. Todo
queda y se recubre. Ellos pasan un trapo por la super-
ficie mancillada y nosotras aquí, en esta clausura. Hacer
un recuerdo de lo que acontecerá. Dame la mano, Lucia.
Lucia dice: Aprieta el gatillo.
Tomado de: http://www.carmengdelacueva.com/
