(del poemario aún inédito Las niñas que no saltan del tejado)
de Miryam Hache
Hay algo humoso,
la lluvia de la
inminencia
en la espesura de las
nubes.
Hay la voz de la pareja
de compañeros de piso
a los que no
importamos.
Tienen que irse.
Hablan por teléfono o
hablan entre si
no sabemos, no
importan.
Tienen que irse de
nuestra casa.
Hay el sonido de una
persiana
dices que no quieres
decir
pero ya no sabes
y de tus labios caen
palabras negras:
quizás vuelva a
Málaga.
No te hablo de este
dolor
que me causas en la
mitad del abdomen,
en el pecho, las
piernas, las todo.
Algún vecino dejó caer
restos
de papel higiénico en
nuestro patio.
Separo los brazos y
grito:
¿Por qué? ¿quién es
el hijo de puta que tira papel higiénico en nuestro patio?
Y las nubes negras como
tu boca
se volcarán sobre
nuestras cabezas.
La mugre densa
incrustada en las juntas.
Barro
el polvo compacto
pegado al suelo
hay
la lluvia precisa en mi
pelo,
el barro incipiente en
las cerdas de mi escoba,
tu balbuceo pegado a mi
espalda,
la giratoria de un
metal oxidado,
tu balbuceo pegado a mi
espalda.
Los motores de los
carros en la calle del fondo
yéndose.
Hay sus voces tras la
pared,
el contraste de
cubiertos,
las sartenes, el gas
tienes que irte
el fuego
dejarme
porque en cada década,
en algún país del mundo, hay una generación sin futuro.
Hay sus pasos en el
pasillo,
sus bruscos cierres de
puerta
te irás
y ellos
todos
seguirán hablando.
seguirán hablando.
