de Miryam Hache
Me acerco despacio porque ya
sé. Aunque le tapes la boca. Será por mi piel algo manchada. Por
esta voz que te despierta maternal y ronca. Por todos estos años que
me dejaron tan abierta de hijos. De silencio. Expandida sobre el
mundo como una cosa derretida. Sé que si estás así no escuchas mis
pasos en el pasillo, la manera que tengo de avanzar descalza sobre la
alfombra no, no sabes nada, nunca, que hoy pude salir más temprano,
por ejemplo, que ya estoy frente a la puerta del cuarto, bajando
sigilosa el picaporte mientras apenas respiro, que ahora sí, podré
irme para siempre de esta casa porque te detesto, porque terminaré
de abrir la puerta de par en par y te encontraré, tan como estás:
recostado sobre la cama, leyendo el periódico, solo. Tan solo.
