viernes, 15 de mayo de 2015

Fragmento de "Quema" (novela inédita)

de Miryam Hache



Tengo cinco años. Cuatro. Veo a Martín, el chico más lindo de todo el colegio. El pelo lacio le llega a los hombros. Es castaño, pero el reflejo del sol le forma unas franjas casi rubias. De su lado hay más sol, el suelo es de un gris metálico que lo reflecta todo y no hay techos, el patio entero está abierto al cielo. Sé que Lucrecia lo mira como yo lo miro. Las piernas débiles, la boca cerrada: el miedo descarnado de una niña de pronto sola y sin pasado. La cara de Martín hoy es borrosa, sus ojos grandes y oscuros, su sonrisa amplísima se acerca, le faltan algunos dientes. Pero yo no sé hablar con los chicos, cómo me acerco, cómo puedo hacer para que él también guste de mi. Mi pelo nunca es tan bonito como el de las otras niñas, no como el de Lucrecia que le llega a la cintura, y brilla, mientras se queda de pie en el borde tan plácida, como si ya hubiera aprendido a comportarse con los otros en un espacio, una instancia previa al jardín, entonces claro que Martín viene a llamarla a ella y no a mi, viene del otro lado, de la primaria, para tenderle una mano entre las rejas que lo separan del jardín. De nuestro jardín edénico y pavoroso. Le dice cosas que no escucho, todas las palabras suenan confusas entre sus miradas y la mía, la de Lucre de costado que me ve de pie como una estatua envuelta en la inocencia cálida de los tres. Martín me mira, oblicua, mientras le da la mano a ella y se sigue acercando, qué es eso un beso, el primer beso en la vida y me lo va a dar a mi, me lo quería dar a mí porque si no por qué me está mirando de esa manera, quieto y serio, tan serio, me lo iba a dar a mí y se equivocó, Lucrecia llegó antes, no te preocupes Martín que ya llego, acerco mis pasos, mis piernas débiles, no, estás estirando tu cabeza entre las rejas, ya llego ya llego el beso y todos los besos serán para mi, aunque no, por qué, por qué de pronto acá están sus manos tocándose, tan cerca, las de ustedes junto a las mías, sus cuerpitos frente a mi que estoy quieta, sola como una intrusa que nadie quiere, los brazos de Lucre rozando los míos, lleva el mismo delantalcito verde a cuadros que yo, ella que está de mi lado del jardín, que también es una niña que empieza y no sabe nada del mundo de afuera, el de después. Por eso me mira así, tan natural es todo, no le importó compartir el abrazo, el beso que apenas fue beso, ese triángulo de amor prematuro, no le importó, por eso se queda quieta, me posa una mano sobre la espalda, me sonríe. Y el sol le cubre la cara.