de Miryam Hache
Ay querer la vulgaridad
de los restaurantes,
del lujo como una cima
de polvo,
la frágil altura de
unas piernas
en tacones de plástico.
¿Qué hay mas arriba
de la porción visible
de unos muslos de
revista?
El origen de la vida al
alcance de todos.
Ay querer
derrotar
las fuerzas al sur
de las mujeres y de los
hombres
—No
hay cohesión, hay justicia—
La belleza no está
en lo que cae o no cae,
la belleza debe estar
en otra parte,
tal vez,
en lo que resiste.
Entonces
quiero trascender
irme
hasta la infancia
no,
hasta todas las
posibilidades
juntas-en-el útero
de mi madre
o de todas las madres.
Debería leer más,
saber más,
entender que no todas
las claves están en mi historia
intrincadas hiladas
pegadas
sino que hay visión
más atrás de los ojos,
que es poética la
física,
que ignoro demasiado
de matemática,
filosofía, política,
historia,
arquetipos jungianos o
fórmulas,
o de aquel otro espacio
que los druidas y
chamanes pueden.
Todos esos recuerdos
ajenos
que memorizamos
para cumplir,
no para ser,
para legitimar
el olvido de otras
cosas.
Todo este lapso de
tiempo en que nos doblamos y vamos
hacia los espacios
imaginarios impuestos —por
quién—
como átomos de tribus
esparcidas en asfalto
como jirones de pieles
de animales revistiendo
objetos de belleza
innecesaria.
Quiero volver o partir
o partirme
ir hasta el origen
no al mío,
al de la humanidad como
germen o mierda que abona
las plantas-oxígeno
de reyes que mutilan a
sus siervos
y súbditos postrados
en sangre
anegan
ellos
líderes o reyes
con su divinidad roja
en el grito que tumba
se crecen o yerguen
sobre los campos
regados
de la cárdena
espesura
de los vivos.
Querer trascender
irme
más atrás de mi vida
más atrás de los
libros,
antes del tubérculo
enraizado
al jardín del primer
pobre.
Ir hasta el rito
inicático o qué,
ir hasta la reserva
líquida
de todas las
posibilidades
juntas en el útero
de todas las madres.
Quiero el amparo
de esas-madres,
no sentir frío,
ser tanto que la muerte
me esquive,
escribir en busca del
tiempo
escribir acuática
entre leyendas y peces
ir hasta la unión
invisible,
la apertura cósmica
recubierta de las palabras enteras
y seguir escribiendo
y no volver a quedarme
así de sola
nunca.